jueves, 6 de noviembre de 2008

It


Nunca pensé que mi generación compartiera un miedo, pero supe que lo había encontrado cuando un día, en una charla con los amigos de la Facultad, mencioné a Eso, el payaso; en ese momento todo el mundo emitió un gemido desconsolador. Y allí estaba: mi temor más grande de la infancia, la adolescencia y la temprana madurez había dejado su huella en más de un estudiante de literatura con olor a polilla.

¿Por qué escribo esto ahora? Porque precisamente anoche tuve una pesadilla cuyo villano principal era ése del que hablo. Debo decir que fue el menos incoherente de todos los sueños que lo han involucrado: una vez, a cambio de no comerme, me obligó a casarme con él, a vivir a un sótano con piso de lodo y, si no mal recuerdo, a acompañarlo mientras conducía una combi amarilla. Otra noche se transformó en una viejita con falda para perseguirme por un supermercado sin que mi mamá se diera cuenta; él iba patinando en su carrito mientras yo hacía lo propio con el mío... Y ésos son sólo algunos ejemplos.

Pero este sueño fue diferente, aunque quizá no tan espeluznante como una vivienda marginada. El día de mi graduación, acompañada por una pandilla de tíos deprimidos que jamás había visto, en un edificio universitario en el que nunca he estado, después de haber intentado suicidarme con cuchillos que no cortaban, me topé a Eso en unas escaleras de madera vieja; en esta ocasión, para estar a tono, se convirtió en un profesor rubio cenizo que, por medio de artilugios de hechicería, evitaba que una caída desde el cuarto piso causara mi muerte.

Para no hacerla más larga, contaré que logré escapar antes de que se comiera a toda la gente que permaneció en el edificio, incluyendo algunos padres de familia a los que atrajo tomando la figura de Pavarotti. El resto del sueño tiene un ritmo más lento y aún menos interesante que todo lo anterior, así que sólo diré que involucra un gato muerto, un mimo injustamente asesinado a consecuencia de esto, una camioneta verde destartalada, un nerd que prefirió abandonar a su abuela antes que morir, un lago gigante de millones de gelatinas diminutas color lila en forma de estrella y un localizador que de alguna manera Eso hizo llegar hasta mi calzón.

El asunto aquí es que mi sueño de esta madrugada tuvo una moraleja que hay que descifrar: Eso, el payaso, casi al final del sueño, al preguntarle yo lastimosamente por qué me hacía pasar por todo lo referido, respondió que no tendría que sufrir tanto si fuera una niña educada (¡¿?!). En ese momento, estando aún dormida, entendí algo así como que, mientras no tengas miedo, no hay nada de qué temer (¡¿?!); ahora, despierta, no tengo idea de cómo llegué a esa interpretación ni de lo que quiso decir mi archienemigo.

Eeeen fin... a falta de conclusión, terminaré con una reflexión: ¿Por qué Stephen King nombró simplemente It a un personaje tan lleno de potencial y personalidad?

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Actualización:
Acabo de leer en la bendita Wikipedia el artículo sobre It. Debo decir que yo misma puedo dar respuesta a mi reflexión: It se llama It, y no The malicious clown, porque no se limita a ser un payaso doloso, sino que, literalmente, va aún más allá de los más remotos límites espaciales.
No sé... como que ya no me da miedo. En mi opinión, una criatura extraterrestre cuyo más encarnizado perseguidor es un ser de igual naturaleza apodado “la Tortuga”, con perdón de los fans del H. Señor King, raya en lo ridículo.
Uno de mis gatos decayó mucho cuando murió otro de mis gatos con el cual siempre tuvo rencillas. Ahora que Eso, el payaso, ha muerto para mí, quién sabe qué sucederá conmigo...

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Actualización II:
Buscando una imagen para ilustrar esta valiosa contribución a la blogósfera, me di cuenta de que mi valentía permanece en la esfera de lo imaginativo y no alcanza aquélla de lo sensitivo; esto es: ya no tengo miedo de toparme al payaso en el trayecto de mi recámara a la ducha, pero ver su imagen, aunque ya no me provoca la necesidad de cambiarme los interiores (el que dejó de orinarse del susto antes de los 18 años, que tire la primera piedra), aún me es bastante desagradable, así que mejor dejo la imagen de un payasito de trapo.

3 comentarios:

Xander dijo...

Jajaja, pobres minino y abuela del nerd.

Xander dijo...

Oyes, ¿que solo yo comento en este blog?. Eeeeeeecoooooooo.

Rosana dijo...

Sí, tú eres la comunidad lectora de Alfheim. Por tu fidelidad, has ganado un chupete.