viernes, 29 de abril de 2011

Souvenirs


Hacía ya algún tiempo que su relación no era la misma; todo el respeto, el cariño y la admiración que ella alguna vez le había inspirado parecían haber desaparecido.

Esa tarde, escuchando sus exigencias necias e infantiles, finalmente se quebró algo dentro de ella... "Tu sais quoi? Fais comme tu veux." Enseguida, los ojos llenos de lágrimas, subió a prisa las escaleras de aquella casa de suburbio.

Antes de alcanzar la puerta del baño, tropezó con la señora del aseo; evitó, avergonzada, mirarla a los ojos, y siguió su camino. En cuanto la puerta se cerró bruscamente detrás de ella, sintió ahogarse en un sollozo que lo abarcó todo, mientras anhelaba la seguridad de la casa paterna.

Recargada con ambos brazos en el lavamanos, observando un rostro enrojecido por el llanto, respiró profundo y se detuvo. Se lavó la cara, se arregló el cabello y se sintió entonces lista para enfrentarse a ese extraño mundo.

Se dirigió a la cocina y, para distraerse, decidió organizar los lácteos según su fecha de caducidad. Minutos después, sintió su silenciosa presencia detrás de ella; tardó unos segundos en volverse, mientras se preparaba para otro enfrentamiento.

Cuando por fin decidió encararlo, halló frente a ella una figura que nunca olvidaría: El pequeño de tan sólo ocho años la miraba fijamentea través de sus ojos almendrados, en las manos un ramo de algo que, más que flores, parecían espárragos. "Desolé", a dit la petite voix. Le printemps venait de commencer; les fleurs n'étaient pas encore arrivées au jardin.

domingo, 24 de abril de 2011

GRACIAS


Iba caminando por la biblioteca a mediodía, sintiendo la necesidad triste de un abrazo; era triste porque no había nadie que la satisficiera, pero, sobre todo, porque hay pocas soledades más profundas que las que se viven en medio de una multitud de rostros desconocidos: gente que bromea, gente que lee, gente que espera, gente que se abraza... gente para quien uno no existe.
Entonces comencé a preguntarme si un abrazo en ese momento era lo que de verdad quería, y descubrí que no. Descubrí que necesitaba a alguien que me abrazara en ese momento, que me llevara de vuelta a casa, que me abrazara mientras dormía, que me despertara con un beso y me acompañara de la mano al día siguiente y todos los que siguieran a ése, prometiéndome siempre que todo estaría bien, que nunca más volvería a estar sola y que mi tristeza, ésa tan punzante e irracional, desaparecería sin dejar rastro. Me sentí patética.

Siempre he creído que los hombres llegamos solos a este mundo y de la misma manera lo dejamos; tiendo a creer, también, que, por destino, por órdenes divinas, por predisposición humana o lo que quiera uno pensar, hay alguien especial que moverá nuestro mundo de una manera que nadie más lo hará nunca. Sin embargo, la idea de que ese alguien exista no anula, para mí, la idea de individualidad, sino todo lo contrario; no creo que sea prudente ni inteligente vivir esperando que llegue otro a recoger y armar nuestros pedazos; necesitamos estar enteros para tener algo que ofrecerle. Y es por eso que me sentía patética en mi tristeza: una persona hecha pedazos entre una multitud para quien la vida no se detenía, un pedacerío que debería ser una persona necesitando un abrazo permanente y una promesa eterna e infalible de bienestar.

Salí entonces de la biblioteca a encontrar a una amiga, y leímos. Como cada semana, ella eligió un pasaje bíblico que leímos y analizamos juntas. Ese día se trató de Marcos 2:


Y entró otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.
2 Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro.
4 Y como no podían llegar a él a causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba , y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
5 Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
[...]
11 A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa.
12 Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.

Y pues eso: me llegó. Me sentí el paralítico que necesita todo el tiempo de los cuatro que lo carguen, con la diferencia de que a mí no me llevan cuatro, me lleva un ejército entero: familia, amigos, doctores, una multitud que ha hecho agujeros en el techo y tirado paredes para acercarme a... pues no a Jesús, que religiosa no soy, ni siquiera creyente, pero a algo me acercan, a algo que tal vez podríamos llamar felicidad o bienestar, tal vez al éxito como lo concibe el novio de mi muy querida hermana: hacer el máximo esfuerzo y estar satisfecho con eso; y yo quiero levantarme y andar, levantarme, tomar mi lecho y salir por la puerta, caminando con toda esa gente cuando sea posible y estar felizmente sola cuando no lo sea.

Y lo haré.

jueves, 21 de abril de 2011

Cuestionario de Proust (resuelto por mí, bien claro que quede)

1. El principal aspecto de mi personalidad: Me gustaría dar otra respuesta, pero 'timidez' fue lo primero en venirme a la mente, y no puedo ya pensar en nada más.

2. Mis cualidades preferidas en un hombre: El talento creativo, la lealtad y la sinceridad.

3. Mis cualidades preferidas en una mujer: La belleza y la sinceridad.
4. Lo que más aprecias en tus amigos: La confianza con que me honran.

5. Mi principal defecto: Confiar demasiado en quien no ha demostrado merecerlo.

6. Mi actividad preferida: Escribir y escribirle.

7. Mi idea de felicidad: Su felicidad.

8. Mi idea de infelicidad: Su infelicidad.

9. Lo que me gustaría ser: Yo misma, pero en modo 'feliz'.

10. Donde me gustaría vivir: París.

11. Mi color favorito: Púrpura.

12. Mi flor favorita: Gardenia.

13. Mis autores de prosa preferidos: Dumas padre, Baudelaire, Victor Hugo y Pérez Galdós.

14. Mis autores de poesía preferidos: Baudelaire y Garcilaso de la Vega.

15. Mis héroes ficticios preferidos: Edmond Dantès y Don Quijote.

16. Mis heroínas ficticias preferidas: Fortunata y Marianela.

17. Mis compositores preferidos: Schumann y Vivaldi.

18. Mis pintores preferidos: Degas y Varo.

19. Comida y bebida preferidas: Pan y vino.

20. Mis nombres preferidos: Alexandre y Margot.

21. Lo que más odio: Tener hambre.

22. El talento que me gustaría tener: Para la música.

23. La forma en la que deseo morir: Tranquila.

24. Mi ánimo en este momento: Comfortably numb.

25. Defectos con los que soy más indulgente: La bondad estúpida.

viernes, 1 de abril de 2011

Decidir amar


Yo, Rosana Valadez, decido amar al señor S... eternamente. O hasta que el tedio, desamor, compromiso laboral o cualquier otro imprevisto nos separe.

México, DF, a 2 de abril del 2011

Y por acá abajo, sobre esa línea malparida que interrumpe nuestros garabatos, pongo mi firma.


No, la verdad es que no. No hubo un día en que me sentara a pensar si debía firmar este documento, si era lo que realmente quería, si era lo conveniente y lo prudente. Fueron meses de descubrir a un hombre hermoso, un hombre imperfecto que parece haberme sido enviado, prestado, tal vez, por el tiempo necesario.

Y, sin embargo, por más que lo intento, no logro recordar el momento en que me dije "sí, lo elijo, lo amo". Un día lo acepté, sí; asumí que ese sentimiento había crecido y mutado hasta convertirse en el más humano de los sentimientos; pero en ese instante me di también cuenta de que ese amor llevaba conmigo ya bastante tiempo.

Una vez más se trata de decidir quién está a nuestras espaldas: Sentimiento o Razón. Yo, manojo de emociones, he cargado siempre con el Sentimiento. Si racionalizar el amor es posible para alguien, si hay quienes han firmado el documento, yo, tal vez ingenua e ignorante, les pediría que tiraran esa horrenda hoja a la basura, que no demuestra nada y no dice mucho más.