¿Cuántos? Ya casi siete. El cinco (creo) de febrero, cumplo siete meses de estar de vuelta en mi querido país, donde la principal causa de muerte es el descalabramiento por papayas (u otros enormes frutos tropicales) y la segunda es el narco-asesinato.
…
Después de cinco minutos mirando fijamente la pantalla, he recordado la razón por la que mi blog estaba en un alarmante estado de abandono: daño cerebral severo. El caso es que yo… estoy aquí reunida (evento rarísimo) porque… ¿por qué? ¡Ya! Porque no se vale que todos escriban en sus blogs, menos yo. Ésa es la única y verdadera razón.
Uno cambia. Estuve hojeando mi antiguo diario y encontré cosas que no pensé que podría jamás escribir, que no recuerdo haber escrito y que, en muchas ocasiones, me parecen incoherencias salidas del más recóndito boquete de mi cerebrito. Y bueno, desde que regresé, desde que escribí la entrada anterior a ésta, creo que también cambié un poco.
Da igual lo que haya pasado, voy a hacer de mi blog un ejercicio de rehabilitación. Tal vez si diario escribo un poquito, aunque sea para alabar la amarillura del sol (o blancura, en este invierno), algún día logre leer y escribir como lo hacía antes. A lo mejor hasta consiga estructurar una frase sin ayuda del diccionario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario